PhiloBiblon 2022, n. 5 (diciembre): La traducción española de De civitate Dei, un nuevo manuscrito

Nos es muy grato proporcionar nuestro consabido aguinaldo de Navidad para el deleite de nuestros colegas y amigos.

Parece mentira que a estas alturas aún queden manuscritos de primerísima importancia para la literatura medieval española cuya existencia se nos ha escapado no sólo al equipo de PhiloBiblon, sino a toda la comunidad de investigadores. Pero tal es el caso que vamos a tratar en este post: dar a conocer un nuevo manuscrito (en realidad, tres, como se verá más adelante) de la traducción de De civitate Dei de San Agustín, atribuida a Gómez García del Castillo (BETA texid 1531).

Hasta el momento actual se conocían dos manuscritos de esta traducción, ambos conservados en la Biblioteca de El Escorial, esc. A-I-8 (BETA manid 1824) y esc. A-I-9 (BETA manid 1823). El primero contiene los libros 8-17; el segundo, los libros 18-22. Faltaba, por lo tanto el comienzo de la obra. El colofón del códice esc.  A-I-9 explica las circunstancias de su confección:

Este libro que se llama la segunda parte de la çibdat de | dios. El qual fizo e ordeno el muy glorioso dotor  señor | sant agustin. escriujo para la muy esclaresçida señora Reyna | doña maria fija del muy esclaresçido Rey don ferrãdo de Aragon que aya santa gloria E muger que agora es del | muy exçelente e muy virtuoso señor don iohan Rey de | Castilla e de leon. gomes garçiª del Castillo criado de la | dicha señora Reyna por su Ruego e mandado. E aca|boso [!] de escreujr enla villa de valladolid A xxvij dias del mes de abril del año de j Vcccc.º xxx iiijº Años.

Real Biblioteca del Monasterio de el Escorial, Ms. a-i-9 f. 222rb. (Cortesía de la RBME)

Es evidente que Gómez García del Castillo es el copista, pero queda la duda de sí también fue el traductor del texto, basado en una versión catalana que, a su vez, depende del texto y comentario en francés a cargo del gran humanista galo Raoul de Presles (1316-1382), autor, entre otras destacadas obras, de la traducción al francés de la Biblia.

Debemos a uno de los miembros de BETA, Óscar Perea Rodríguez, la noticia de la existencia de tres nuevas fuentes de la citada traducción de García del Castillo hasta ahora desconocidas para la amplia mayoría de la comunidad académica. Se trata de los manuscritos X.430.2 (lib. 1-9; BETA manid 6371), X.430.1 (lib. 10-17; (BETA manid 6370) y X.430.3 (lib. 18-22; (BETA manid 6369) conservados en el Metropolitan Museum de Nueva York, los cuales, en conjunto, contienen todo el texto de los 22 libros de La ciudad de Dios. Por lo tanto, el primer gran avance que nos proporciona este descubrimiento es que por primera vez podremos examinar el contenido de los libros 1-7, ausente en los dos códices escurialenses conocidos hasta ahora.

Como indica el escudo de armas que figura al inicio del ms. X.430.1 (un castillo con tres torres de oro y azur sobre fondo de gules, coronado con un capelo episcopal), los tres manuscritos se copiaron para Alfonso Carrillo de Acuña, arzobispo de Toledo (1446-1482). 

Ms. X.430.1, f. 1r. Miniatura con el escudo de armas de Alfonso Carrillo de Albornoz (cortesía Metropolitan Museum)
 
Como los lectores habrán podido comprobar ya, hay un segundo ingrediente que dota a estos tres manuscritos de un atractivo inmenso para la investigación cultural: son de una extraordinaria belleza artística, con orlas, miniaturas e iniciales de primerísima categoría en lo que a estética se refiere.
 
X.430.3 lib. XIX
Ms. X.430.3, Comienzo del libro XX (cortesía Metropolitan Museum)
 
De hecho, son los expertos de Historia del Arte los que ya conocían estos manuscritos al menos desde 1990, cuando Lynette Bosch los describió y analizó exclusivamente desde supuestos artísticos, intentando probar que el miniaturista de todo el códice X.430.1 y de bastantes partes de .430.2  fue un tal Canus de Aranda, activo en Toledo durante los años del mandato archiepiscopal de Carrillo. A Canus de Aranda, o Cano de Aranda, con su nombre castellanizado, se le conoce por firmar un misal romano de la Biblioteca de la Catedral de Toledo: “Canus de Aranada bach. fecit hoc opus” (Ms. Res. 4, f. 196r). En ese mismo códice identifica a su mecenas: “Est liber hic domini Alfonsi Carrillo archipresulis toletani quem fecit Canus” (ibid. f. 7r). Hay otro manuscrito, también identificado por Bosch con la firma de Cano de Aranda, un Missale Mixtum Mozarabicum que se alberga hoy en la British Library londinense (MS. Add. 38037).
 
Estos dos, más los tres del Metropolitan Museum neoyorquino, parecen ofrecer una prueba indudable de la existencia de un taller de manuscritos en la catedral de Toledo en la segunda mitad del s. XV, probablemente adscrito al conocido círculo intelectual creado alrededor de la corte del arzobispo Carrillo, de quien, Fernando de Pulgar, en sus Claros varones de Castilla, recordaba que “tenía en su casa letrados e cavalleros e ommes de fación; rescebía muy bien e honrava mucho a los que a él venían, e tratávalos con buena gracia”. Además de Cano de Aranda, en este taller figurarían otros iluminadores, como el maestro Roundel y Manuel Godino, o escribanos como Juan Martín, todos ellos estudiados por Fernando Villaseñor Sebastián en su obra fundamental sobre los códices iluminados en la Castilla cuatrocentista. 
 
El estilo de estos manuscritos es muy peculiar, pero no se aprecia apenas influencia de los nuevos vientos artísticos procedentes del humanismo florentino o napolitano. Sí hay, sin embargo, una clarísima influencia de algunos modelos italianos clásicos, sobre todo los textos jurídicos al estilo antiguo procedentes de la Universidad de Bolonia.  Estos rasgos se perciben sobre todo en el uso de orlas con viñas que trepan por barras de oro verticales y horizontales, pobladas de putti, pavos reales, loros y flores de acanto, como se puede apreciar en esta selección de imágenes.
En lo que respecta a las iniciales del texto, se puede hallar idéntica influencia artística. Las grandes, de 14 a 15 líneas de altura, ofrecen una variada gama de estilos, pero las más son floreadas, en colores verde, rosado y azul,  con viñas o flores de acanto estilizadas sobre fondo de oro.
 
Esta pequeña presentación de estos nuevos manuscritos, hecha a vuelapluma, tiene una moraleja: el estudio de la Edad Media tiene que ser interdisciplinar. Parafraseando a Séneca en una de sus epístolas a Lucillo (104), no nos atrevemos a muchas cosas porque son díficiles, pero si las consideramos difíciles es a veces por el mero hecho de no atrevernos a hacerlas. Si se cultiva sólo y en exclusiva la literatura, o la linguística, o la historia, o las artes visuales, corremos el riesgo de empobrecer el mucho más amplio campo del medievalismo, puesto que tesoros como estos pueden pasar completamente desapercibidos para los especializados en un solo aspecto del conocimiento, como hasta ahora lo eran.
 
Charles B. Faulhaber
Óscar Perea Rodríguez
 
University of California, Berkeley
Bibliografía

Bosch, Lynette M.F. (1990), “Una atribución nueva a Cano de Aranda, miniaturista toledano”, Archivo Español de Arte, 63 (n. 249), págs. 69-79.
Villaseñor Sebastián, Fernando (2009), El libro iluminado en Castilla durante la segunda mitad del siglo XV, Segovia, Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua-Cajasegovia.