PhiloBiblon 2020 n. 2 (abril): Los incunables en tiempos del bicho

Es un placer dudoso, en estos tiempos tan terribles, anunciar la segunda entrega de PhiloBiblon para este año de (des)gracia de 2020.

El recogimiento físico actual (que no espiritual, necesariamente) ha conllevado largo tiempo sin interrupciones para intentar acabar proyectos desde hace mucho empezados y dejados a medio terminar.

Uno de ellos es el de enlazar todos los incunables en castellano de nuestra base de datos a los 440 registros del International Short Title Catalogue (ISTC). Esta posibilidad desde luego no existía cuando Ángel Gómez Moreno emprendió el estudio sistemático de los incunables de la BNE a finales de los 80 del siglo pasado. Lo sorprendente de esta nueva campaña ha sido la localización de casi una ventena de incunables y post-incunables durante los últimos años.

Los textos más numerosos son los religiosos, sensu lato. Se incluyen en esta etiqueta textos espirituales y devocionales, como el anónimo Arte de bien morir (Burgos: Fadrique de Basilea, ca. 1495 – ca. 1498): los Sermones de la vida del yermo solitaria de San Agustín (Sevilla: Johann Pegnitzer von Nürnberg y Magnus Herbst von Fils, 1502-05-14); la Vida y tránsito de san Jerónimo de Eusebio Cremonense; el seudo-san Agustín y el seudo-san Cirilo (Zaragoza: Pablo Hurus, ca. 1481-ca. 1482); el Dechado de religiosos de Alfonso de Balboa, Cura de Palencia (Burgos o Valladolid: Juan de Burgos, ¿1499?, ¿1500?); y la Contemplación de la vida de Nuestro Señor Jesucristo de Johannes de Caulibus (Barcelona: Peter Michael, 1493), edición bilingüe en latín y español. Existen otras dos ediciones del texto del mismo impresor y fecha, en latín (ISTC ib00896400) y español (ISTC ib00923000 = BETA manid 2432). No faltan tampoco los textos litúrgicos, como el Salterio en lengua castellana con el calendario y letanía de los santos (Lleida: Enrique Botel, 1498), así como unas Horas (París: Philippe Pigouchet para Simon Vostre, 1495). Haría falta averiguar si se tratan estas de las Horas de Nuestra Señora con muchos otros oficios y oraciones, editadas tres años después por los mismos Philippe Pigouchet y Simon Vostre.

Finalmente, hay que referirse a uno de estos textos, la Exposición del Pater noster (Salamanca: Leonardo Hutz y Lope Sanz, ca. 1495), de una figura tan notable como Diego de Deza, capellán de los Reyes Católicos e Inquisidor general, que vio la luz en un catálogo de la casa de subastas Christies en 1992 para desaparecer inmediatamente después, tal vez engullido por alguna biblioteca particular.

Además de las obras doctrinales o devocionales, los primeros impresos eclesiásticos difundieron los estatutos promulgados en los sínodos diocesanos. Las autoridades eclesiásticas se dieron cuenta en seguida que el nuevo artefacto ofrecía la difusión más rápida de las reformas diocesanas. Así, las Constituciones sinodales de Cuenca de Alfonso de Burgos, obispo de Palencia ([Huete]: Álvaro de Castro, 1484-10-23 a quo) se unieron en la imprenta con las de Segovia (1472), Ávila (1481) y Jaén (1483). Muchas salieron de los tórculos del impresor itinerante Álvaro de Castro.

La otra gran preocupación de los obispos eran las finanzas de sus diócesis y del reino. Para sufragar los gastos de la guerra de Granada (1482-1492), se recurrió a la venta masiva de indulgencias de la Santa Cruzada, como las tres ediciones de la Bula de indulgencias de la Santa Cruzada para difuntos de Inocencio VIII emetidas por Álvaro de Castro en 1490 (BETA manid 3031, BETA manid 6205,  BETA manid 6222). Pero el propósito de cuatro de estas “nuevas” bulas, todas del último lustro del s. XV, era recaudar fondos para las obras de construcción en las catedrales: (1) Diego Meléndez de Valdés, obispo de Zamora, Carta de hermandad y bula de indulgencias de la cofradía de San Salvador, para sufragar los gastos de fábrica de la catedral (Zamora: Antonio de Centenera, 1498; (2) Alonso de Fonseca, obispo de Osma-Soria, Bula de indulgencias a favor de la catedral de Burgo de Osma (Pamplona: Arnaldo Guillén de Brocar, 1498); (3) García Jiménez de Cisneros, Bula de indulgencias en favor del Monasterio de Montserrat (Monserrat: Johann Luschner, ca. 1499 – ca. 1500); (4) Alejandro VI, Sumario de las indulgencias y estaciones en favor de los cofrades del grande hospital de Santiago de Galicia ([Sevilla: Johann Pegnitzer von Nürnberg y Magnus Herbst von Fils, ca. 1500]).

Aunque impresas en miles de ejemplares, estas bulas, como todo lo efímero,  han sobrevivido gracias al azar. De estas siete bulas, seis existen en ejemplares únicos. La excepción es la Bula de indulgencias a favor de la catedral de Burgo de Osma, descubierta en 2003 en 26 ejemplares utilizados en la encuadernación de dos incunables de la Universidad de Navarra. La misma institución guardó tres ejemplares para su propia colección, pero evidentemente vendió otros. Así, se encuentran no sólo en algunas de las grandes bibliotecas (BNE, Yale, Princeton, U. of Toronto)  sino en otras más modestas (Southern Methodist University [Texas]), Biblioteca Pública de Toledo y Grand Valley State University [Michigan]).

Alonso de Fonseca, Bula de indulgencias a favor de la catedral de Burgo de Osma. Pamplona: Arnaldo Guillén de Brocar, 1498 (Southern Methodist University, Bridwell Library, 07088)

A la Corona también le hacía falta una distribución masiva de ordenamientos antiguos y nuevos. Entre los postincunables nuevos no faltaban las antiguas Leyes del estilo ([Toledo: Juan de Villaquirán, ca. 1515), pero para Fernando e Isabel lo más urgente era poner en manos de sus corregidores la Copilacion de las leyes con el comentario del Dr. Alfonso Díaz de Montalvo (impresa siete veces antes de 1500, siendo la edición más antigua la de Álvaro de Castro, otra vez, de 1484 y las nuevas tablas de impuestos, el Cuaderno de las leyes de las alcabalas, promulgadas en Tarazona el 7 de marzo de 1484, impreso por Álvaro de Castro en 1485 y Alfonso de Centenera en 1486 o 1487. De esta última edición no se conoce actualmente ningún ejemplar. Su existencia queda comprobada, sin embargo, por la extensa descripción que de ella hizo el erudito dieciochesco Rafael de Floranes (antiquiores non deteriores).

También de interés eminentemente práctico eran el calendario y las matemáticas. Hubo por lo menos siete ediciones del Repertorio de los tiempos de Andrés de Li, inclusive este de ¿1497? o ¿1506?, mientras la Suma de la arte de aritmética del catalán Francesc de Santcliment (Zaragoza: Pablo Hurus, ca. 1486) sólo se conoce por un ejemplar de la Biblioteca Universitaria di Cagliari, ubicación muy lógica si se tiene en cuenta la persistencia del catalán en la ciudad sarda.

Sin embargi, para nosotros, los del gremio, los descubrimientos más sensacionales se los debemos a Mercedes Fernández Valladares y a María Jesús Lacarra. La primera ha descubierto dos ejemplares de la edición de 1492 del Cancionero de Mendoza, del que antes no se conocía ninguno, encuadernado junto con una edición desconocida de la La pasión trobada de Diego de San Pedro (Zaragoza: Juan y Pablo Hurus, ca. 1485-1491)  y con otra, también desconocida, de las Coplas de vita Christi de Fr. Íñigo de Mendoza (Zaragoza: Juan y Pablo Hurus, ca. 1485-1491) , posiblemente un fragmento de otra edición del Cancionero de Mendoza.

Cancionero de Mendoza. Zaragoza: Pablo Hurus, 1492 (BNE INC/2900(1)), f. 112v: “Un decir dela muerte”

María Jesús Lacarra, continuando su labor de toda la vida con la cuentística, describe una edicíon desconocida de la Historia de los siete sabios de Roma (Zaragoza: Pablo o Juan Hurus, 1485 a quo – 1495 ad quem), con el mérito adicional de desenterrarla de una biblioteca particular en Escocia. Esta edición está complementada por un post-incunable del mismo texto adquerido por la BNE en 1997 (Sevilla: Jacobo Cromberger, ¿1510?).

Libro de los siete sabios de Roma. Sevilla: Jacobo Cromberger, ¿1510? (BNE R/39781), f. 1r

En nombre de los compañeros de BETA, BITAGAP y BITECA,

Charles Faulhaber
University of California, Berkeley

Imágenes cortesía de la Biblioteca Nacional de España y de la Bridwell Library, Southern Methodist University.